26/01/2011

Tara deja Deception Island


© V.Hilaire/Tara Expéditions

Este martes por la mañana, hemos abandonado el cráter de este volcán dormido donde estuvimos fondeados tres días. El viento se había calmado, el agua muy clara, apenas arrugada. Algunos pingüinos barbijo saltaban fuera del agua a nuestro alrededor. Merced a un techo del cielo más alto, podíamos ver todo el circo de montañas que forman las laderas del volcán.
Dos cruceros (cruisers ships) estaban anclados, con su tradicional ballet de inflables descargando  grupos de turistas en las playas más cercanas. Una luz suave, ligeramente amarilla, bañaba el lago apacible.
Al igual que para venir aquí, seguimos el paso para salir de la isla. Pero los riscos de la entrada norte nos parecieron menos hostiles que hace unos días, cuando aterrizábamos aquí con viento, mar formado y tormenta de nieve. Comparado al anclaje anterior, en Brown Bluff, habremos visto pocos pingüinos en Deception Island.
Estamos bordeando ahora "Snow Hill",  y de vez en cuando en la niebla, divisamos la cresta  de la península en nuestro babor. Ambos motores están en marcha, con un rizo en el trinquete y ninguno en la mayor. Poco viento, de  apenas seis nudos. En los próximos días se espera un flujo de suroeste girando luego hacia norte. Veinte a treinta nudos.
Con Snow Hill, es la puerta de la Antártida  que se cierra detrás de nosotros. En las conversas en  cubierta después del desayuno, tanto Hervé Bourmaud, nuestro capitán, como Edouard Leymarie, uno de los seis científicos a bordo en este tramo, me confiaban su deseo de regresar algún día para descubrir mas del continente blanco. De los catorce a bordo, fue una primera vez para trece de nosotros. Muchas imágenes y recuerdos se remueven ya en nuestras mentes. Muchas ganas nuevas también, como la de explorar la costa occidental de la península que finalmente no hemos visto para nada. Nuestro tiempo se estaba acabando.
Nos preparamos para cruzar el Drake. La llegada a Puerto Williams está prevista para el próximo sábado. Los vientos anunciados en el Canal de Beagle pueden hacer de nuestra llegada y anclaje algo delicado.
Vincent Hilaire