02/11/2013

Sainte Barbe, isla de Terranova



Terranova. V.Hilaire/Tara Expéditions
Llevamos cuarenta y ocho horas al ancla frente a Sainte Barbe, una tranquila aldea de la isla de Terranova. Un refugio providencial para Tara en vista de la tormenta que sopla en estos momentos en el Golfo del Saint Laurent. Con ráfagas de viento del Oeste a cincuenta nudos, Terranova se mantiene fiel a su reputación.

¿Cómo diablos lo lograron los vikingos, Jacques Cartier, esos grandes descubridores de los parajes del río Saint Laurent? No tenían mapas, ya que son ellos quienes los hicieron. Navegaban sin motor, no había perdón a los errores. Sus velas sólo servían realmente con viento a favor, pero con las tormentas del Oeste que nacen aquí, ellos recibían un viento en contra. Además de un sentido marino muy desarrollado, garante de su supervivencia, debían reaccionar y maniobrar en cualquier momento, sin pronóstico del tiempo. De no ser así, era la catástrofe a orillas de los bosques.

Al anochecer de ayer, hemos vivido una experiencia de este tipo.
La tormenta viene arreciando en nuestra cala. Los marineros y el capitán, Martin Hertau, están al acecho, siguiendo la llegada gradual de una depresión del Oeste. Hemos perdido 31 milibares en 24 horas, el cielo se va poner bravo.

De repente, a las once de  la noche, el ancla pierde agarre y se resbala. Tara comienza a deslizarse  con rapidez hacia la costa más cercana al Sur. Es allí cuando solo la extrema reactividad de los marineros nos evita encallar. Martin solicita los motores para mantener el barco en el viento que sube en potencia, Dan (Daniel Cron) vuelve a conectar el molinete eléctrico cuyos fusibles cortan a cada rato por la tensión en el ancla. Al final, Dan gana su pelea con el circuito eléctrico y el molinete logra subir el ancla. En marcha reversa, tras larguísimos minutos, Martin logra regresar Tara en aguas más apacibles, para fondear de nuevo. La batalla para no terminar la expedición varados en unas rocas se torna felizmente a nuestro favor.

Después de una noche de aguda vigilancia de los marineros, temiendo que Eolo lance una nueva ofensiva, el anemómetro sigue indicando rachas de hasta 50 nudos. Todo el mundo está atento, motores encendidos por si acaso. Saldremos mañana por la mañana de Sainte Barbe y Terranova para entrar en el Golfo del rio Saint Laurent.

Vincent Hilaire