29/09/2017
28/09/2017
Nouméa
Al salir del ambiente apacible de las Chesterfield, nos esperaban 3 días de navegación laboriosa, contra un viento del sureste bien establecido, para alcanzar Nueva Caledonia.
Rutina
de las tareas domésticas y de mantenimiento, turnos de navegación, recolección de plancton, ronroneo de los dos motores, la
vida a bordo retoma rápidamente su curso regular, hasta monótono, pese al
viento y al mar contrarios. 72 horas después, bordeamos una costa montañosa en
una espesa neblina. Entrar en la laguna de Nueva Caledonia es una liberación
del cabeceo y del balanceo. Dos noches en anclajes protegidos y una lenta progresión
hacia Numea, bastan para que todos se
repongan.
Descubrimos
las primeras torres de esta urbe de 180 mil habitantes, la ciudad francófona más
poblada del Pacífico.
Una vez atracados en Port Moselle, empieza el programa
de la escala: visitas del público y de escolares, conferencias, una semana de
encuentros.
Vincent Hilaire
20/09/2017
Cada donación es importante, Tara necesita a todos
“Con agnès b. hemos fundado Tara y costeado su actividad durante los primeros años. Los dos, hemos asumido los costos de operación de la Fundación. Significa que estamos cubriendo la mayor parte de los gastos de funcionamiento del equipo en tierra y de la tripulación del barco. Las donaciones, grandes y pequeñas, que nos brindan los donantes, financian directamente las misiones de la Fundación Tara.
Desde el
nacimiento de Tara, Agnès y yo quisimos que el proyecto sea de todos. Queremos
que este proyecto se inscriba en la perspectiva de las décadas por venir. Es
por eso que hemos deseado que Tara, que era un fondo de dotación, se transforme
en una fundación de utilidad pública, la 1era. en Francia dedicada al Océano. Y
es por eso que hemos hecho donación de la goleta a la Fundación.
Hoy, los
desafíos medioambientales son más que preocupantes. No sabemos cuál será la
evolución del Océano, de su biodiversidad, de sus recursos. No sabemos cómo los
habitantes de este planeta se van a adaptar a esos cambios.
Sobre el
Océano, no sabemos nada, o casi nada. Sin embargo el Océano está en el corazón
de la maquina climática. Cuando surgen cambios tan drásticos, tan brutales, se
hace urgente entender. En la Fundación Tara queremos seguir desarrollando la ciencia
del océano. Una ciencia abierta, innovadora, inédita, que nos permita entender
este ecosistema, el único ecosistema continúo del planeta.
Hoy en día,
contribuimos a una ciencia para gobernar, para predecir y anticipar mejor los
riesgos climáticos; Una ciencia para sensibilizar y educar las nuevas
generaciones; Una ciencia compartida, que pueda beneficiar a todos los países,
del norte al sur del planeta.
Para
realizar eso, requerimos de la ayuda de todos: las empresas asociadas, las
instituciones, y también el público en
general. Con sus donativos, nos permitirán alcanzar a todos los públicos. Cada
donativo es importante, nos permite avanzar. Cada donativo es una gota preciosa
para el Océano.”
Etienne
Bourgeois, co-fundador, junto a la diseñadora agnès b., de la Fundación Tara
Expéditions.
Para apoyar a Tara, dono
18/09/2017
Chesterfield, la joya guardada
Estamos a punto de dejar las islas Chesterfield y enrumbar hacia Nouméa. Disfrutamos de los últimos momentos en la biodiversidad excepcional de este archipiélago francés. El primer balance de la observación de nuestros 3 spots de muestreo es muy positivo.
Christian
Voolstra (KAUST) y el equipo científico concuerdan: “Estamos en un santuario.
No hemos observado blanqueamiento pasado o en curso. Este ecosistema coralino
goza de la salud de sus primeros días. Es la primera vez que veo eso. Las
Chesterfield son una fuente de esperanza para el futuro. Sin embargo, estamos
en la misma latitud que los arrecifes ya dañados de la Gran Barrera y de Nueva
Caledonia. Nos urge entender por qué aquí,
el ecosistema se encuentra en tan buena
condición”.
Pese a la
broca de taladro que no exigió 5 sumersiones por haberse atorrada en el coral
por varias horas, hemos cumplido el programa integral de muestreo:
biodiversidad, extracción de corazón de coral, recolección, todos elementos que
permitirán caracterizar este spot.
Nos rodea
una fauna abundante. Subacuática: atunes, bonitos, acantúridos
(peces-cirujano), escáridos (Scaridae), meros, balistes, tiburones de punta
negra y silver tip; En tierra: tortugas verdes en pleno periodo de reproducción;
En los aires: cohortes de aves, alcatraces (Sulidae), gaviotas (Laridae),
fragatas, pardelas.
A pesar de los
desechos plásticos encontrados, toda la tripulación deja las Chesterfield,
reserva del parque marino del Mar de Coral, con la sensación intensa de haber
conocido una joya, todavía libre de los estragos del antropeceno.
Vincent
Hilaire.
13/09/2017
Islas Chesterfield
Después de 500 millas contra el viento, Tara ancla este 13 de septiembre en el archipiélago francés de Chesterfield, a unas 300 millas al noroeste de Nueva Caledonia. La vista de la isla Reynard nos alivia después de una navegación exigente de 4 días. Nadie ha dormido lo suficiente y todos aspiran a un poco de calma.
“Se parece
a Clipperton”, opina François Aurat, cumpleañero de la semana. Una nube de
aves, alcatraces y fragatas, batalla con vientos de 20 nudos arriba del verdor
de la vegetación. Después de un primer intento frustrado de anclaje sobre
fondos arenosos de unos 10 metros, Simon
busca una posición mejor protegida por el arrecife, más al sur de este
archipiélago de 120 km de largo y 70 de ancho, compuesto por 11 islotes
separados por barreras de coral.
Su nombre
le fue dado por Matthew Boyd, capitán inglés, quien exploraba el Mar de Coral
en 1790 y casi naufraga en los arrecifes, el 2 de junio 1793. Usado por los
balleneros, el archipiélago pasa bajo dominio francés el 15 de junio 1878. Las islas son luego
abandonadas, hasta que, en 1939, el
comandante del “Dumont
d’Urville”, buque militar francés, erija en Chesterfield una placa oficial. Las islas son ahora parte del territorio
de Nueva Caledonia y del parque marino del Mar de Coral, el área marina
protegida francesa de mayor extensión.
La laguna de
Chesterfield cubre 3500km2, rodeada por una barrera de coral con múltiples
pasos, salvo en sus costado este. La mayor parte de la laguna, de una
profundidad promedia de 51 metros, está
expuesta a los alisios y al oleaje oceánico del sureste.
Aisladas,
las Chesterfield albergan una biodiversidad marina excepcional. Numerosas
tortugas verdes ponen sus huevos todo el año, mientras abundan los tiburones
fuera de la barrera, sobre fondos de varios cientos de metros de profundidad. El equipo científico de Tara ya está en
sumersión, con un cargado programa de 3 lugares de muestreo a estudiar antes del
viernes.
Vincent Hilaire
11/09/2017
Los contrastes de la Gran Barrera de Coral
“Estamos
muy satisfechos. Tara es totalmente operacional. Cada vez, hemos podido
observar lo que veníamos a estudiar. Aunque sea poca cosa a veces, cuando el
arrecife se ha vuelto pobre. Es la meta de Tara Pacific, poder comparar las
situaciones”, nos confía Christian Voolstra, jefe científico hasta Nouméa.
A parte de
algunas plagas sobre los pólipos, el arrecife de Heron Island goza de buena
salud. No se ve rastro de blanqueamiento pasado o reciente.
Un día de
navegación más tarde, las aguas turquesas de Paul Reef aguardan un sorpresivo
contraste.
“No hay vida debajo de la superficie. La mayor parte de las colonias
está muerta. Por ende, no hay peces. Vemos aquí el resultado de un largo
proceso”.
En UN
Reefs, la situación es otra. A 6 metros
de profundidad en aguas de una transparencia excepcional, con fuertes
corrientes, descubrimos una situación intermedia. Colonias en buena condición
colindan con campos de corales muertos. Campos que no son la consecuencia de un
blanqueamiento reciente, sino de un proceso antiguo.
“Estamos
ahora al sur del arrecife más grande del mundo. Las destrucciones no son del
mismo tamaño que en el norte.”
Al dejar
este último spot, Tara se enrumba a
Mackay, en la costa australiana, para cumplir con los trámites de salida
administrativa del país. Nos espera, luego, una navegación al este, hacia las
islas Cherstefield y Nueva Caledonia.
Vincent Hilaire
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